María Márquez / Imagen: Miguel Ángel Escobar. Madrid
Llegó al Congreso de los Diputados tras las últimas elecciones vascas y a los pocas semanas debutó como portavoz del Grupo Vasco en la segunda comparecencia de la ministra Ana Mato en la Comisión de Sanidad y Servicios Sociales. No se alinea con los grupos que piden claramente su dimisión pero asegura discrepar “al cien por cien” de la reforma sanitaria. Insta al Gobierno a presentar una memoria de este primer año de medidas y advierte a Mato de que la única opción para que el País Vasco entre en el calendario vacunal único es que el modelo común no difiera del que aplica esta autonomía. Ante el futuro Pacto sanitario, prefiere ser optimista pero sabe que si el Ministerio no rectifica la limitación de la asistencia, la base del mismo se tambaleará demasiado.
Isabel Sánchez Robles, portavoz del Grupo Vasco.
|
Querríamos saber qué opinión le merece la situación de la ministra de Sanidad, Ana Mato, en este tiempo desde que ‘ha aterrizado’ en el Congreso… ¿Es válido que siga al frente del Ministerio?
El poder de los medios de comunicación es incuestionable, y ponen en relevancia los temás de interés general. En esta cuestión yo prefiero ser prudente y, por aplicación de un criterio personal, creo firmemente en la presunción de inocencia, que es un principio democrático básico. Si bien es cierto, que aquí hay un componente que puede llegar a distorsionar la actividad de la ministra al frente de Sanidad, y esto debe ser valorado por ella a nivel personal, por el presidente del Gobierno y por el partido.
Más allá del Congreso, ¿cree que la ciudadanía ha perdido la confianza en ella?
La labor desempeñada por el Ministerio es vertical y transversal. Detrás del ministro hay equipos de trabajo y en este sentido, creo que su papel puede distorsionar la puesta en marcha de su estrategia pero no creo que sea determinante al cien por cien. No se le puede culpar plenamente a la situación generada por cuestiones que poco tienen que ver con su labor. La ciudadanía es soberana y opinará cuando tenga que opinar sobre todo lo que está ocurriendo, y cuando llegue el momento de votar tomará sus decisiones. Creo que la ciudadanía está muy insatisfecha con las políticas desplegadas por el Ministerio, no sé si tanto por la situación personal de la ciudadanía. Entre otras cosas, porque está rompiendo el consenso político conseguido a lo largo de los últimos 30 años en pro de una sanidad universal, gratuita y equitativa.
Sobre el impacto del Real Decreto 16/2012, en el País Vasco se han tomado decisiones que han chocado con esta norma…
Para empezar, es muy poco democrático ejercer la técnica legislativa como la está ejerciendo este ejecutivo. El hecho de que el Gobierno de Madrid esté recurriendo permanentemente a la vía del real decreto para desregular, en mi opinión, lo que funcionaba adecuadamente, es algo inaudito en términos democráticos. El hecho de tener una mayoría absoluta parlamentaria no les confiere derecho para aplicarla a modo de rodillo renunciando a la actividad de escucha. Discrepamos al cien por cien de cómo se está articulando la reforma sanitaria, pero es que el problema de fondo es que se ha quebrado de un hachazo consensos que ha costado tanto destruir, y el más grave de todos es la quiebra del principio de universalidad, porque por mucho que defiendan lo contrario, se ha quebrado de pleno. A esto hay que añadir las inauditas invasiones competenciales, que son de facto inconstitucionales.
¿Cree entonces que ha sido una reforma precipitada? El Gobierno se ha sustentado en el principio de la urgencia ante la quiebra del sistema…
No alcanzo a conocer las razones de esa urgencia. Hay una preocupación por la sostenibilidad económica del sistema sanitario, pero no se puede legislar en base a ocurrencias, es una manera kafkiana de regular. Y por la complejidad del mundo sanitario, requiere de una evaluación y planificación permanente de los desajustes que se puedan producir y de la definición clara de objetivos, que yo no alcanzo a ver. Tendríamos que saber el coste y el beneficio y cuantificarlo, creo que la reforma, en muchos casos, va a generar más perjuicio que beneficio, incluso de carácter económico.
¿Identifica la nueva asistencia al inmigrante ilegal como uno de los grandes errores de la reforma sanitaria?
Esta es una cuestión clarísima de derechos humanos. Por otro lado, esto tendrá unos efectos perniciosos porque puede perjudicar a la salud del resto de ciudadanos, por una cuestión de salud pública, como es el caso de los enfermos crónicos y colectivos más desfavorecidos. Esto no es asumible por un Estado que presume de moderno y democrático. Estoy segura de que el impacto económico de esta medida es muy pequeño, querría saber del total de la población, cuál es el porcentaje que queda fuera de atención, por eso sospecho que detrás de esta medida hay razones ideológicas.
¿Urge una evaluación de este primer año de reforma?
Es que si no la han realizado, no están gestionando correctamente. Debieran de ser transparentes con respecto a los otros grupos políticos y la ciudadanía a la hora de poner encima de la mesa los resultados. El que gestiona en una materia tan importante, puede cometer errores, pero rectificar es de sabios, y muchas veces la política carece de esta capacidad de enmienda.
Con respecto al copago farmacéutico, también recurrido en el País Vasco, querría saber si comparte las cifras de ahorro que presenta la ministra…
No he entrado en las cifras, pero tampoco he visto ningún análisis de impacto económico de la medida, en el que se explique la metodología y que quede claras las consecuencias. El copago además genera muchísimo gasto, por todo el despliegue de medios para lograr la interoperabilidad entre Administraciones, las farmacias… Además creo que rompe el principio de equidad clarísimamente. España es el país con los medicamentos más baratos y mayor gasto farmacéutico de toda Europa. Hay medidas buenas como la prescripción de genéricos y principios activos, y esa debe ser la senda. La medida del Ministerio perjudica a los colectivos más desfavorecidos. En Euskadi aceptamos la decisión del Tribunal Constitucional y se está trabajando en su implantación.
Por otro lado, la deuda acumulada es un tema de todos. Las comunidades del PP han tenido problemas severos de deuda y siguen teniendo. Todo se resume en la necesidad de hacer una gestión adecuada, porque lo público tiene que ser gestionado en términos de alta rentabilidad pero diferente a la empresa privada.
En definitiva, no ve que la quiebra del SNS ha podido justificar este paquete de medidas…
No. Y menos hacerlo de forma tan desordenada y tan poco justificada. No han sido nada transparentes. Si tienen argumentos tan contundentes como para tomar esas decisiones, lo natural es que los hubiesen mostrado. En este sentido creemos que se están equivocando, pero la ciudadanía opinará sobre si tenemos razón o no.
Otra decisión polémica ha sido el calendario vacunal infantil común, al que se le ha dado luz verde en el último Consejo Interterritorial. Una reunión en la que además no asistió el consejero vasco, pero se dio por hecho de que contaba con el beneplácito del acuerdo común…
Salvo que adopten el calendario vacunal de Euskadi, no va a haber acuerdo. Es una cuestión muy seria. El consejero Darpón está asesorado por el consejo de expertos en vacunación de Euskadi. A nosotros nos ha funcionado de una manera excelente, los expertos han decidido que es el calendario adecuado. ¿Por qué cambiar algo que funciona adecuadamente? Vamos a mantener el calendario vacunal.
No sé si a nivel legal la Consejería espera un posible recurso…
Llegado el momento, se tomarán las decisiones adecuadas. De todas formas, hay una tendencia excesiva del Gobierno hacia el jacobinismo, de tratar de intervenir en competencias ajenas permanentemente. Aquí hay muchos profesionales implicados, profundos conocedores de cómo deber ser la dinámica de vacunación.
¿Cómo ve el papel del Consejo Interterritorial? ¿Cuenta con la unión de posturas que proclama?
Es un foro de encuentro totalmente necesario. Sé que la interlocución de la ministra con el Gobierno vasco es muy fluida. Llegar a puntos de encuentro es difícil y no siempre se consigue. Hay que compartir puntos de vista diferentes, porque eso provoca riqueza.
¿Debería tener un papel ejecutivo?
Pero es que eso entra en colisión plena con las competencias de las Administraciones públicas. Mientras la estructura estatal es la que es, el Consejo Interterritorial debe ser absolutamente respetuoso con la estrategia desarrollada por cada una de las instituciones.
¿Qué opina de la relación que tiene el Ministerio con el profesional sanitario en estos momentos de ‘marea blanca’?
El papel del profesional en el futuro de la sanidad es absolutamente relevante. Los organigramas deben cambiar y promover la participación plena del profesional, que es el que tiene el conocimiento de la organización. Deberíamos tener un sistema que explote al máximo las potencialidades de cada uno de los colectivos, médicos y pacientes, y también hablo de la enfermería, que a corto plazo también debe ser absolutamente integral. La población es más envejecida, aumentarán los crónicos y no se les podrá prestar una misma atención que a un agudo. En el SNS hay buenos profesionales de la sanidad, dedicados a una de las cuestiones más relevantes, la salud. Por otro lado, creo necesario diferenciar la cuestión ‘sanidad versus salud’, esta última es más amplia de lo que es la atención sanitaria. En definitiva, si el personal se siente castigado, no puede reportar ningún beneficio. Sin los profesionales, nunca se va a tener un servicio de calidad.
Mencionaba antes la atención al crónico, y precisamente el País Vasco es un referente en este ámbito. ¿Cómo ve la apuesta del ministerio?
La verdad es que el ministerio siempre anda un poco retrasado. Por supuesto está bien que apuesten por la atención al crónico. Esa atención diferencial se va a tener que dar, la metodología no puede ser la misma. Euskadi es referente en el Estado español y nos apoyamos en el modelo Wagner, reconocido internacionalmente. Su implantación ha empezado en Guipúzcoa y nuestro objetivo es concluir su puesta en marcha en todo la autonomía en esta legislatura. Lo que esperamos del Ministerio es que no imponga sus criterios y no cuestione los modelos que están en funcionamiento y que lo hacen adecuadamente.
Sobre dependencia, no sé si comparte lo que han criticado durante este último año otros portavoces de la oposición, denunciando que el sistema está a punto de ser “desmantelado”…
Este es otro de los elementos estratégicos. No es por presumir, pero este tema en Euskadi está especialmente valorado. Las diputaciones forales tienen competencias en esta materia y lo están haciendo extraordinariamente. Aquí de nuevo, nuestro temor es que algo que funciona fantásticamente y está muy bien valorado, sea puesto en duda y sufra la invasión competencial.
Volviendo al funcionamiento de la Comisión de Sanidad y Servicios Sociales, su llegada a la portavocía ha coincidido con ‘el regreso’ de la ministra a este órgano, el pasado febrero. ¿Cree que debería haber comparecido en más ocasiones?
Con reforma detrás, y sin reforma. Ha sido excesivo que tardase tanto en comparecer, porque está cercenando la labor de diputados y del Congreso en la labor de control al ejercicio del Gobierno. Esto supone entrar en una dinámica muy poco democrática porque una comparecencia realizada en una tarde con más de 50 peticiones, al final lo que provoca es que no haya tiempo para las intervenciones ni de réplica, es decir, que no se pueda realizar la labor de los diputados de una forma adecuada. Creo que es poco inteligente porque daña su imagen como gestora. Es una actitud nada comprensible, pero cada uno es como es. Desde el punto de vista político, no me parece aceptable.
¿Cómo ha visto el ambiente en esa sesión de comparecencia de la ministra?
La relación personal entre los diputados es muy correcta, independientemente del grupo al que pertenezcamos. Sea en pleno o en Comisión, hay una dinámica de cortesía. A partir de ahí, cada diputado defiende sus posiciones con contundencia y corrección. Hubo críticas muy severas y muy profundas a la labor del Ministerio. A esto se añade el descontento generalizado a que en una sesión se pueda responder a más de 50 peticiones de comparecencia.
En cuanto a la Subcomisión del pacto, ¿qué expectativas tiene su grupo parlamentario?
Siempre es enriquecedor, porque es poner en práctica esa necesaria actitud de escucha. Recibes ‘inputs’ desde distintos colectivos, pero lo que tiene que existir es una voluntad de reconducir el consenso quebrado sobre todo en lo más elemental, que son los principios generales. Para mí, y creo que la totalidad de la oposición, es irrenunciable el principio de universalidad, porque lo que supone es que el sistema de atención esté centrado cien por cien en el ciudadano, independientemente de dónde provenga. El ciudadano como eje de la atención sanitaria es fundamental, y si no consensuamos eso, el acuerdo va a ser muy complicado. Todos estamos de acuerdo en que es necesario explorar vías que garanticen la sostenibilidad del sistema, pero claro, lo fácil es cobrar y decir “como no me llega, dame más”. Creo que hay muchas cuestiones que pueden ser examinadas y actualizadas.
Y con la ausencia de la izquierda parlamentaria…
Está muy dolida por la metodología legislativa que aplica Mato, pero las cosas deben serenarse, hay que ceder por ambas partes y olvidar un poco lo que ha ocurrido hasta ahora. Pero para esto tiene que haber pasos. Hay que reconducir esta situación porque al final, el perjudicado es el ciudadano. Menos mal que cada autonomía gestiona su propia asistencia sanitaria, imagínate que esto hubiera ocurrido con competencias plenas del Ministerio, hubiera sido una revolución. Creo que es nuestra obligación buscar los espacios de encuentro y buscar consensos mínimos que permitan comenzar a trabajar sobre el futuro de modelo. Lo primero que hay que consensuar es el modelo sanitario que queremos tener como una sociedad moderna y democrática.
¿Ve esto factible?
Sí, confío en el género humano. Creo que a medio plazo se debería conseguir.
Lo digo porque hay habido varias reuniones de la Subcomisión y no se ‘ha movido ficha’…
Pero han sido sesiones en las que al final trabajamos como órgano consultor. Estoy segura de que los portavoces de la izquierda disponen de información también, y que el trabajo de consenso debe ser ‘cocinado’ detrás de las cámaras, tratando de tejer una base mínima sobre la que reconstruir lo roto.
¿Entonces habrá Pacto?
Confiemos en que sí. Creo que es irrenunciable, absolutamente necesario, por el bien de todos. Sería imperdonable.
Siempre se habla de los plazos, de que la reforma ya lleva un año en marcha…
Sin Pacto no se puede hacer nada porque además las medidas adoptadas por el Gobierno han sido contra todos. No tienen ni un solo colectivo a favor, y eso les debiera preocupar. Debieran de pararse un minuto y repensar un poco su línea de actuación.
Aparte de este reto de conseguir el Pacto, ¿qué acuerdos le gustaría ver culminados en los próximos meses?
Me gustaría que el ciudadano fuese el centro de la atención sanitaria y dirigir a él todas las estrategias. Hay que desarrollar un trabajo importante en materia de cronicidad y dependencia. La sanidad es un elemento básico del Estado de Bienestar, del siglo XXI. Hay que trabajar también en algo de lo que se habla muy poco, en el apoyo al profesional, para hacer de ellos agentes proactivos en la implementación de todas las políticas. Aunque seas el mejor ministro del mundo, tienes que contar con el profesional, su reconocimiento es muy importante. Tampoco me olvido de la innovación y la investigación, lo que no significa gastar mucho dinero sin ningún resultado, sino que estoy hablando de proyectos y decidir qué nichos de interés hay a medio plazo, trabajando de manera colaborativa con las comunidades autónomas. Es el espacio de trabajo que debe ser atendido de cara a la consecución de ese Pacto, que garantice la salud.
Muchas ‘patas’ tendrá que tener ese Pacto…
¿Quién ha dicho que iba a ser fácil? Es complejo, tiene muchas ‘patas’ pero deben ser atendidas desde una visión global.
Isabel Sánchez en un momento de la entrevista en Sanitaria 2000 con la redactora María Márquez.
|
|