Leire Sopuerta Biota / Imagen: Diego S. Villasante. Madrid
José María Cazalis, odontólogo de formación universitaria, ha asumido recientemente la portavocía del Partido Nacionalista Vasco (PNV) en la Comisión de Sanidad del Senado. Llega a la Cámara Alta desde el mundo municipal, lo que le da una visión más global, de lo micro a lo macro. Augura una legislatura sanitaria que dependerá mucho de si el Partido Popular decide utilizar el ‘rodillo’ de la mayoría absoluta o no.
Cazalis, durante la entrevista en Sanitaria 2000.
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¿Cómo afronta el reto de ser el portavoz de su Grupo en esta comisión?
Con ilusión, con sentido de la responsabilidad, más que nada porque vengo del mundo municipal, donde es gestión sobre gestión, y ahora estamos ya en legislación sobre planificación, y entonces hay que cambiar un poco el chip. Es una legislatura difícil para los grupos pequeños como el nuestro, tenemos solo cinco senadores, teniendo en cuenta que las mayorías, sobre todo en el Senado, son amplísimas, y el Partido Popular tampoco tiene una necesidad de negociar para sacar sus proyectos adelante. Pero tal vez por eso, si tienen un poco de responsabilidad de gobierno, deberían intentar llegar a acuerdos.
En sanidad podemos aportar nuestra experiencia. No digo que en Euskadi la sanidad esté mejor que en otros sitios, pero podemos jactarnos de que es una de las sanidades punteras en Europa y eso es algo a tener en cuenta.
¿Cuál va a ser la línea a seguir por el PNV en materia sanitaria?
Lo que vamos es a intentar aportar lo más posible para mejorar la sanidad en general de todo el Estado. Sí que vamos a estar muy atentos para atemperar las mayorías del PP, prestando especial atención a cualquier prurito recentralizador que pueda haber. El Estado Autonómico ya está definido, aunque desde el PNV siempre tenemos más aspiraciones de autogobierno, pero en este caso que es una competencia que estamos ejerciendo con solvencia demostrada, lo que no queremos es dar pasos atrás. Se habla mucho de coordinación, y nos da un poco de miedo de que detrás de esas palabras que suenan tan bien como ‘coordinación o ‘medicina igualitaria’ se esconda un retroceso. Si el Ministerio de Sanidad quiere igualar que lo haga a la alza, pero que nos deje a los que hemos demostrado que gestionamos bien, con buenos resultados. Nosotros colaboraremos con el Partido Popular y con el Estado para que se pueda mejorar la sanidad en general. No es tanto lo que podamos aportar con iniciativas nuevas, sino como estar vigilantes para que no haya retrocesos, que no podemos permitirnos.
¿Ese miedo al retroceso incluye aspectos básicos del SNS como su gratuidad o su universalidad?
En realidad tampoco sabemos lo que plantea el PP claramente. La sanidad no es gratuita, se paga en impuestos, y se paga bien. Sí es cierto es que existe una sensación de barra libre que a la hora de financiar el servicio puede presentar complicaciones para su sostenibilidad. A lo mejor hay alguna tentación de intentar limitar esa barra libre. Pero tiene que haber fórmulas intermedias antes de llegar al copago, para que la gente acuda al centro de salud sin la preocupación de si tiene o no tiene dinero para pagar tratamientos. Y evidentemente, tiene que haber todos los tratamientos para todos los ciudadanos, que para eso lo pagan.
Hay mucho trabajo también de concienciación. Siempre hablamos de la sobrecarga de las urgencias, uso excesivo de ciertos sectores, como las personas mayores, y ese tipo de cuestiones hay que tratarlas de otra manera. La ciudadanía tiene que saber qué puede obtener de la sanidad. Igualmente el médico debe ser el centro, con una seguridad jurídica para que no se carguen de pruebas diagnósticas los historiales clínicos. El copago es una tentación rápida, pero antes hay asuntos por resolver que son propios de la gestión.
¿Cómo es vista por su Grupo la colaboración público-privada?
Ya existe, la mayor parte de sistemas de salud ya lo tienen para aligerar la presión en algunos momentos y servicios. Y eso está bien siempre que siga siendo público. Luego están los matices de la gestión. Pero no hay que olvidar las garantías del paciente en la pública.
Las líneas suelen ser muy sutiles, pero la medicina privada también debe tener un papel muy importante en la salud de los ciudadanos, no solo a través de seguros privados, sino con colaboración con la medicina pública.
¿El problema de financiación del SNS es uno de los retos de esta legislatura?
En la parte sanitaria, en la social, y en la sociosanitaria, hay un gran problema. Cada vez somos más y con más calidad de vida, y eso es inversión en salud. Y cuanto mejor hacemos la medicina, más se cronifican los procesos. La financiación sí es un problema, y hay que buscar el equilibrio para hacer sostenible el sistema. Hay que ver por ejemplo si reducir ingresos hospitalarios compensa la atención domiciliaria, y al revés, y cómo afecta a la calidad asistencial.
¿Ayudará el pacto que ha propuesto la ministra a mejorar toda esta situación?
Yo es que he oído hablar mucho del Pacto por la Sanidad pero no acabo de ver claro cuál es el que proponen. Hay un pacto que ya existe, que es la descentralización. Si el pacto es hacer una cartera básica lo que debe hacer el ministerio es buscar las fórmulas para que haya esa base construida sobre mucha calidad. Eso no quiere decir que en algunas autonomías puedan tener una sanidad más adelantada. Es cuestión de prioridades. Decir ahora lo del pacto con una mayoría absoluta da qué pensar, porque habrá que ver si son ellos con ellos mismos, o si realmente van a buscar el consenso con los demás. Veremos si caen en la tentación de hacer valer su mayoría, o van a trabajar de verdad por hacer el sistema más eficiente y sostenible, tanto para pacientes, como para los profesionales.
¿Qué ha pasado con la ponencia de RRHH del Senado? ¿Ha quedado en papel mojado?
Es el primer documento que me leí. Es muy interesante porque ofrece muchas perspectivas. Y alguien que viene del mundo de la Medicina, yo soy licenciado en Odontología, que conoce la realidad de los recursos humanos en este ámbito, sabe que se hizo una política muy en base a las organizaciones gremiales. Hablo de hace años. Entonces no éramos suficientemente válidos para presentarnos al MIR o eso parecía por las pocas plazas ofertadas para tanto demandante, y ahora estamos viendo que vienen profesionales de otros países, que no pongo en duda su formación, pero que los que se han formado aquí están siendo empujados a hacer otras cosas. Creo que falla el ‘cortoplacismo’. Hay que hacer una reflexión y creo que ese documento es muy importante para ella. Para hacerlo seriamente, para ponderar todos los intereses. Hay que planificar cómo queremos que trabajen nuestros profesionales en el futuro. También está el tema de la tan cacareada troncalidad. Estamos haciendo superespecialistas muy buenos con el sistema MIR, pero primero hagamos médicos generales. Hay que dar más importancia a la Medicina General. A lo mejor hay que cambiar las tornas. Terminar la universidad, pasar primero por un centro básico de salud, y después ir especializándose al ver cuáles son las aptitudes y actitudes. Habrá que ver qué intenciones tiene el Gobierno de utilizar este documento para ello.
También entra en este tema la creación de especialidades…
Es que especialidades se pueden crear muchas. Estamos creando superespecialidades. Estamos empezando a tener superespecialistas que en muchos casos no se pueden solapar entre ellos, hay que buscar más flexibilidad. Debemos ver las nuevas prácticas y nuevas terapias y cómo las encajamos en general, no cerrarnos a la superespecialización.
¿Qué opinión tiene de los conflictos que ha habido recientemente entre gobiernos autonómicos por atención en zonas limítrofes?
No creo que sea un conflicto sanitario. Es un conflicto político, es un aprovechamiento político de un celo de últimamente de unas comunidades con otras, no solo La Rioja con País Vasco, porque existe en todas partes. Sí que es cierto es que el Ministerio de Sanidad debe estar ahí y poner las cosas en su sitio claramente. Y si el sistema actual no es claro, hay que definirlo mejor. Lo que no podemos hacer es meternos en esta guerra. Imaginemos que el Hospital de Cruces se niega a recibir grandes quemados de toda la cornisa cantábrica. Sería un desastre, porque estas unidades son muy costosas. ¿Qué hacemos, no recibimos a los grandes quemados? Sería una barbaridad. Eso no es sanidad, simplemente es alguien que se cree muy macho sacando estos temas de forma política. Si hemos logrado que entre San Juan de Luz e Irún no haya problemas, que aunque somos todos vascos son dos estados (Francia y España), es absurdo que entre Nafarroa y Euskadi existan, o entre Castro Urdiales y Bilbao.
¿Qué le parece el desarrollo, la implantación y la aplicación de la Ley de Dependencia?
Yo vengo del mundo municipal, y cuando el mundo municipal se desayunó con esta ley se nos pusieron los pelos como escarpias. No porque sea mala, al contrario, es muy buena. El problema es que llegó sin el necesario acuerdo porque invade competencias, en nuestro caso de las diputaciones forales. Lo que ha hecho la Ley de Dependencia es dar un derecho subjetivo a poder exigir una ayuda. Eso está muy bien, pero necesita un respaldo financiero y una sostenibilidad, y eso ha fallado. En Euskadi, las tres diputaciones afrontan este año inversiones sin aportaciones del Estado. Esta Ley está muy mal cubierta desde el punto de vista financiero, y está creando muchas diferencias entre autonomías. Entre el 10 que le da el Observatorio de la Dependencia a la comunidad vasca y el 0,5 de Canarias hay un abismo. Algo no está bien y hay que repensarla desde el punto de vista financiero, y también en algún detalle en gestión. En asistencia es maravillosa.
¿Qué opinión le merece el nombramiento de Ana Mato como ministra de Sanidad?
Pues la he conocido recientemente en el Congreso. Sé que viene del aparato del Partido Popular, y seguro que es una mujer muy valiente, porque tiene un ministerio muy importante, y aborda muchos temas que van desde sanidad, a la píldora del día después, pasando por ejemplo por el conflicto de Spainair. Y hay que ser muy valiente para afrontar todo eso.
Luego lo que va a hacer falta es que tenga un apoyo muy importante no solo del presidente del Gobierno, que creo que eso lo tiene, sino de sus secretarios. Por lo menos la persona que ocupa la Secretaría General de Sanidad parece cualificada por haber dirigido una consejería; el de Asuntos Sociales parece más un hombre de partido, y habrá que ver. Supongo que ser ministro debe ser algo estupendo, pero esta mujer va a tener que trabajar mucho, y duro.
Cazalis, en un momento de la entrevista con Leire Sopuerta Biota, responsable de 'Publicación de Parlamentarios de Sanidad'.
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Recientemente otro senador, el socialista Roberto Lertxundi, comentaba en esta misma sala que el trabajo en el Senado se solapa un poco con el del Congreso de los Diputados. ¿Es de la misma opinión?
El Senado en el Estado español cumple dos funciones. Uno, como cámara de segunda lectura, que en ese sentido no tiene mucho peso, y ahora el Congreso ha vaciado un poco más si cabe al Senado. También están las listas abiertas, que en la cercanía bien, pero recogen peor la representación de las minorías. Y eso habría que reformarlo. La segunda parte del Senado es que es una cámara territorial. Y ahí adolece más. Por ejemplo, la remodelación de los estatutos de autonomía se ha hecho en el Congreso, y debería haberse hecho en el Senado. Tiene que haber una apuesta decidida a que el Senado sea una cámara donde se coordinen las políticas autonómicas. Y si tiene que ser una cámara territorial, pues que lo acabe siendo. Eso debería ser un cambio que se recogiera en la Constitución, y eso en este país siempre da mucho miedo. Y que no tengan miedo, que los vascos no vamos aprovecharlo para más cosas.
¿Qué espera de la Comisión de Sanidad del Senado?
No lo sé, la verdad. Tenemos un cierto miedo a que esta mayoría fomente la tentación de recentralización. Si tiene que haber recentralización que la haya, pero para el que quiera o lo necesite. Pero el que desee seguir con sus competencias con los máximos niveles de autogobierno que se le deje. Y si los ciudadanos deben ser todos iguales, que sea a la alza, que no se tire por abajo. También es cierto que el PP tiene una oportunidad maravillosa, con el máximo consenso posible. Si las cosas son razonables, casi todo el mundo dice que sí. Pero tiene que tener un cierto espíritu de país para con España, y lo apoyaremos si se puede.
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